Se llamaba Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, un campesino guajiro nacido en Las Villas, provincia de Cienfuegos, en Cuba, quien siempre quiso ser cantante, pero seguramente nunca se imaginó que su imagen y talento trascendería las fronteras como “el sonero mayor de Cuba”, “el príncipe del mambo” o “el bárbaro del ritmo”.
Este sábado 24 de agosto cumpliría 100 años este gran artista, quien aún es recordado por canciones emblemáticas como “De la rumba al cha cha chá”, “Qué bueno baila usted”, “Ensalada de mambo”, “Guajiro de verdad” y pare de contar.
Quizá estas últimas generaciones, como los llamados milleninials, por ejemplo, no le suene el nombre de este gran cantante, como presiente Vladimir Sosa, melómano y conductor del programa Consulado Caribe en RNV, no por nada malo, sino porque el asunto va más allá de que los jóvenes identifiquen a Maelo no como Ismael Rivera sino como Maelo Ruiz, por ejemplo, o que los nuevos géneros musicales inunden sus vidas.
Lil Rodríguez, periodista defensora de los valores culturales venezolanos y latinoamericanos, va más allá, pues piensa que sólo conocemos su imagen a través de una foto y su voz a través de los discos. “El tiempo se ha encargado también de que resulte prácticamente imposible superarle. Poseyó, como privilegio infinito, el don del oído absoluto. Era Bárbaro. Era el Benny”, cuenta en un extracto de su libro “Bailando en la casa del trompo”.
Aquí recordamos lo importante que fue y sigue siendo él: Benny Moré.
Entre anécdotas
Sosa cataloga a Moré como el tipo más grande de la música cubana en un país donde el son, el antepasado fundamental de la salsa, es la música que, básicamente, oye todo el mundo. “Benny se va a La Habana porque quería ser cantante desde muy chamo. De hecho, un día lo escucha Siro Rodríguez, un integrante del Trío Matamoros, y al pasar el tiempo, hacia 1945, Miguel Matamoros estaba afónico, no podía cantar. Ahí Siro dice: “Vamos a contratar a este muchacho, que es un duro”. Y empieza a construirse la figura de Benny Moré, a quien en ese entonces le decían Bartolo, por Bartolomé”.
Así comenzó todo: se fueron de gira a México ese año y cuando el Trío Matamoros decide volver a La Habana, él dijo: “Me quedo aquí probando suerte”. Miguel Matamoros le aconsejó que con su diminutivo Bartolo no iba a llegar a ningún lado: “Cámbiate ese nombre, es muy feo, significa burro”. Y ahí fue cuando decidió llamarse Benny.
En México empieza a trabajar en diferentes orquestas: de Mariano Marcerón, así como de Rafael de Paz, y empieza a consolidarse el nombre de un tipo que cantaba muy bien y que ya era un bravo, como lo califica Sosa Sarabia. Allí la gente empieza a buscarlo.
En esa época graba temas como “La Culebra”, “Yiri Yiri Bon” y “Yo no fui”, entre tantos éxitos.
“Después aparece Dámaso Pérez Prado, creador del mambo, y empieza a meterse en el tema con la orquesta más importante y pionera del mambo, con temas como ‘Rabo y oreja’, ‘Locas por el mambo’ y ‘Paquito E’che’, entra tantos”, refiere Sosa.
Fue a principios de los ‘50 cuando vuelve a Cuba y su carrera sigue en franco ascenso; funda su big band, importante desde el punto de la música afrocaribeña.
“Benny Moré fue un músico total. En plena dictadura batistiana era capaz de cantar ‘Yo sí que soy del campo/ y no me gusta que me digan okey’. Para fortuna de los melómanos, el inalienable sentido de dignidad del Benny originaría su Banda Gigante. Era septiembre de 1952. Benny grababa para la RCA y su orquesta acompañante era la de Ernesto Duarte. Benny grababa y tenía mucho éxito, pero inexplicablemente no se presentaba con la orquesta. No se daba cuenta de que era discriminado racialmente”, recuerda Rodríguez en su libro.
Entre la anécdotas de este gran cantante, el periodista Humberto Márquez recuerda que en 1955, en los estudios de la CMQ, en La Habana, se encontraba el maestro Aldemaro Romero. Benny grabaría el tema “Alma libre”, del compositor de boleros Juan Bruno, con Alfredo Sadel. “El cuento es que Sadel espera y espera y espera y nada que llegaba el Benny, quien tenía una fama de impuntual igual o peor que Héctor Lavoe. Eso hizo que Sadel estuviera bien molesto. Dijo: ‘Yo me voy’. En eso llegó el Benny bien rascado y Sadel se molestó más”. Benny le dijo: ‘Vamos a grabar’, y ahí quedó uno de los grandes temas inmortales interpretados por ambos grandes de la época, publicado por la RCA Víctor”.
Ya en Cuba era un famoso internacional y en los años 60, el entonces presidente Fidel Castro le pidió que lo acompañara con su canto en una campaña de alfabetización: “Benny se puso pa’ la cosa; asumió su compromiso con seriedad”, señala Sarabia.
Lo más cumbre es que muchas disqueras trataron de sacarlo de Cuba y él dijo que no, que él era cubano y que no estaba pendiente de irse para ningún lado. Era cubano de verdad.
“Recibió miles de tentadoras ofertas, pero se quedó al lado de su gente y ayudando en lo que podía. Famosa es la anécdota en la que se cuenta que un personaje le ofreció millones para que se fuera a Estados Unidos. Benny dijo ‘Está bien’. Me voy, pero debo llevarme a toda mi familia. Satisfecho, el empresario le dijo que no había problemas y preguntó cuántos eran. Y fue entonces cuando Benny le respondió con su inolvidable sonrisa: ‘Son cinco millones de cubanos’”, recuerda Lil Rodríguez.
Así era Benny Moré, el Sonero Mayor, quien se refería de Ismael Rivera también como “el Sonero Mayor”. Allí reconocía que Maelo era un duro y él un tipo sencillo.
Moré también será recordado por temas emblemáticos como “Mata Siguaraya”, “Rumberos de ayer”, “Bárbaro del ritmo”, “Bonito y sabroso” y “Como fue”, entre tantos éxitos.
Como homenaje, en Venezuela, este sábado 24, a las 11:00 de la mañana, se inaugurará una exposición pictórica de más de nueve piezas con imágenes del artista, en la Casa de Nuestra América José Martí, entre las esquinas de Veroes y Jesuitas, parroquia Altagracia. Bajo la curaduría de Freddy Quintero, se rendirá un tributo a la personalidad, el arte musical y a la participación de Moré en la cultura popular de Cuba, Latinoamérica y el Caribe.
Ciudad Ccs/Rocío Cazal