La visita del presidente de los Estados Unidos Barack Obama a la isla de Cuba, dejo un sin número de opiniones, además de chistes malsanos y una que otra imbecilidad sobre el fin de la revolución cubana, la derrota del socialismo o el fracaso de Fidel; algunos opinadores mas tragicómicos hasta acusaron de traición a los hermanos cubanos, frente a la actual relación incomoda y desastrosa EUA-Venezuela.
Lo primero que hay que decir, es que la revolución cubana tiene una tradición de diplomacia y no agresión hacia todos los países del mundo, incluidas las naciones que les adversan y agreden. Cualquiera que haya pisado La Habana es testigo del celo con el que el gobierno cubano cuida la sede la oficina de intereses estadounidenses en la isla, solo señalada por el prócer eterno José Martí. Nunca la nación de los barbudos ha dado excusa, ni razones para un conflicto, mas que su determinación de ser libres, independientes y soberanos.
Un concierto de naciones tiene décadas solicitando o exigiendo el fin del bloqueo que el Imperio del Norte aplica sobre la mayor de las Antillas. En ese sentido cualquiera de las acciones que apunte al fin del bloqueo debería ser festejado por todos los pueblos del mundo, al menos los no alienados. La visita de un presidente norteamericano a la isla es sin duda alguna un paso importante, sino el que más, hacia la conclusión del ridículo y absurdo embargo.
Cuba ha soportado dignamente, un bloqueo económico y financiero de mas de 50 años, y habría que hacer énfasis en la palabra dignidad, un valor que pocos pueblos, incluido lamentablemente el nuestro, puede adjudicarse, sufriendo entre otros, el llamado “periodo especial” donde lo que menos hubo fue papel higiénico y jabón de baño. Y sí, es significativo el viaje, con familia incluida, de Obama a la isla y la dignidad, vuelvo en ella, del Gobierno cubano ante tal invitado. Visita además plagada de una simbología pulcramente cuidada, propia de estudio del más sagaz de los semióticos, muestra de las formas a que la diplomacia cubana nos tiene acostumbrados.
Es en Cuba, que Gobierno colombiano e insurgencia fariana, negocian las paz; y fue en La Habana donde Gobierno norteamericano y guerrilleros cubanos y colombianos disfrutaron de un momento de esparcimiento gracias al beisbol; nunca antes un Presidente de los Estados Unidos había estado más seguro, más que en su propio terruño. Para el coloso del norte, Cuba y su revolución ya no es un problema; no así la Bolivariana que se les planta incomoda y por lo tanto arrecian el asedio.
Toca celebrar, que el bloqueo poco a poco se va diluyendo, ahogado en ese Caribe mar azul hermoso. Mientras, Fidel parecía decirle con la Charanga Habanera, a la gusanera maiamera y de otras latitudes: “Cuéntame ¿cómo te ha ido?, si has conocido la felicidad, cuéntame ¿cómo te va?, yo por aquí muy bien y tu por allá, ¡que bolá!”, acompañado del Raúl: “Tu llorando en Miami, yo gozando en La Habana”, a la vez que esperan por sus majestades satánicas, Los Rolling Stones.
Vladimir Sosa Sarabia
@sosasarabia