Hace 35 años, un 15 de
agosto, una tragedia nubló el corazón del alegre y combativo barrio
de San Agustín en Caracas, el Grupo Madera ahogaba su ímpetu y
sueños en el Orinoco bravío, en un suceso que tres décadas y media
después sigue haciendo un ruido terrible, es como una desafinación
en nuestra historia musical contemporánea, un despecho y un dolor
que no termina de sanar, ante la incertidumbre; la justicia
venezolana esta en deuda (como con muchos otros casos) con el pueblo
venezolano, que hoy día seguimos preguntándonos, ¿Qué pasó con
el Madera?.
La importancia de aquel
Grupo Madera, va mas allá de la valoración estético musical que se
pueda hacer de ellos; fue una agrupación de altísima calidad en
experimentación y ejecución de ritmos afrovenezolanos,
afrocaribeños y afroreligiosos, que nació para cantar, para sonar y
para bailar, pero además, para alzar su voz al ritmo de tambor
venezolano, de tambor Caribe contra las injusticias sucedidas en un
país cuyo gobierno había puesto en jaque a la hoy populosa e
inquebrantable parroquia de San Agustín, cuando sus habitantes
corrían el riesgo de ser desalojados arbitrariamente bajo artimañas
legales, dignas del capitalismo; en esa situación y bajo esas
circunstancias nace el Grupo Madera.
“Felices cantamos, a ti
pueblo hermano, y hoy vengo a darte luz, mi canción, con honor,
himno del amor”, hoy, 35 años después, es justo que la deuda sea
saldada y la Revolución bolivariana responda a las denuncias y
solicitudes de investigación, hechas por quienes sobrevivieron al
naufragio del Madera y que, con brazadas certeras se mantienen a flote
ante la decidía y el silencio de la justicia.
Vladimir Sosa Sarabia
@sosasarabia
Publicado en Semanario Todos Adentro N° 576. 5 de septiembre de 2015